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Las concepciones de poder según Michel Foucault

Por Valeria Barrera

10/04/2013

El presente ensayo tiene como objetivo la síntesis y la breve exposición del pensamiento foucaultiano en términos del poder y de su funcionalidad social. Previo a la redacción de este documento, los artículos de Reinaldo Giraldo Díaz y Francisco Ávila-Fuenmayor relativos al trabajo de Foucault, «Poder y resistencia en Michael Foucault» y «El concepto de poder en Michael Foucault» respectivamente, fungieron como fuente informativa al presentar, en suma, las hipótesis planteadas y la terminología adoptada por el pensador francés. Los subtemas por desarrollar a lo largo del texto van desde la definición de poder, seguido de las dos vertientes que Foucault delimita con motivo de explicar el mismo concepto, hasta la percepción y el ejercicio del poder en la realidad social.



En primera instancia nos encontramos con la necesidad de puntualizar el concepto de poder. Para cubrir dicho aspecto, a continuación se plantea una hipótesis que pretende ilustrar, en palabras de Giraldo (2006), nuestro objeto de estudio según Michel Foucault:



El poder no se posee, funciona; no es una propiedad, ni una cosa, por lo cual no se puede  aprehender ni conquistar; no se conquista, sino que es una estrategia. Tampoco es unívoco, ni es siempre igual ni se ejerce siempre de la misma manera, ni tiene continuidad; el poder es una red imbricada de relaciones estratégicas complejas, las cuales hay que seguir al detalle.



Reinaldo Giraldo, Magister en Filosofía por la Universidad del Valle en Colombia, explica cómo el poder es el resultado de la interacción de distintos sectores sociales que están sometidos a transformaciones constantes. No se centra meramente en estructuras económicas o políticas sino que puede manifestarse en cualquier situación donde se implique que una parte emplee represión y la otra oponga resistencia.



A partir de esta idea, podemos dar pie a la exposición de las dos posturas principales que se manejan en la teoría de Foucault. Por un lado se tiene la concepción del poder como parte de un modelo jurídico, común entre los filósofos del siglo XVIII, donde «es considerado como un derecho que todos tenemos, como un bien que puede transferirse o enajenarse de manera parcial o total mediante un acto jurídico bien sea cedido o por contrato» (Ávila, 2006). Una vez que se superen los términos del llamado contrato, el poder se convertirá en opresión, por ello el modelo jurídico es débil y vulnerable.



Por otra parte somos introducidos a la concepción marxista del poder, donde éste adquiere la propiedad de «funcionalidad económica». Esto quiere decir que el poder es utilizado como una herramienta para la vigilancia, el control y la normalización social, «aparece como la dominación del bien sobre el mal, del orden sobre el caos» (Ávila, 2006). Este modelo plantea el funcionamiento del poder dentro de la sociedad disciplinaria, que produce y regula hábitos y prácticas sociales mediante la obediencia de reglas y normas y se caracteriza por valerse de las instituciones disciplinarias (la prisión, la universidad, el asilo, la fábrica, el hospital) para lograr su fin mediante el encierro, y dentro de la sociedad de control, donde se organizan las mentes y los cuerpos de los individuos mediante mecanismos de gobierno más democráticos (sistemas de comunicaciones, redes de información, sistemas de bienestar, actividades monitoreadas). La sociedad de control, a diferencia de la disciplinaria, guía a los individuos «hacia un estado de alienación autónoma del sentido de la vida y el deseo de la creatividad» (Giraldo, 2006).



Se puede inferir que el propósito del filósofo francés al realizar el extenso análisis de la funcionalidad del poder fue el de estudiar la formación de sujetos en diferentes escenarios donde la inclusión del poder delimitara sus conductas, comportamientos e interacciones. Foucault (2001) señala que «no sabemos quien lo tiene [el poder] pero sí sabemos quien no lo tiene», y ésta resulta una afirmación por demás acertada para referirnos a la realidad sociocultural actual.

En México –y en muchos más países–, la capacidad de manipular el poder define el estilo y calidad de vida de los individuos; a mayor capacidad, mejores contactos, puestos de empleo y salarios. Ávila (2006) a su vez menciona que «el poder no es una propiedad sino una estrategia», una estrategia que, en una postura crítica personal, se aprovecha para mantener al pueblo cabizbajo, limitado y desesperanzado, para controlar, someter y castigar ante cualquier destello de desobediencia o rebeldía y con ello conservar el punto de equilibrio, la estabilidad. Quien no tiene acceso al poder está destinado a conformarse, a quedarse en el mismo lugar y a la costumbre, a no exigir y quedarse callado.



Ávila, F. (2006). El concepto de poder en Michel Foucault [en línea]. Redalyc. Recuperado el 9 de abril de 2013 de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99318557005



Giraldo, R. (2006). Poder y resistencia en Michel Foucault [en línea]. Redalyc. Recuperado el 9 de abril de 2013 de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39600406

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