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Día 1. Después de dos horas y media de viajar con mi compañero de la universidad, arribo a Puebla, gran ciudad con mucho movimiento con un vasto ambiente universitario. Al no tener un lugar donde parar, ya que el viaje se realizó repentinamente, alcancé a un viejo amigo de mi ciudad natal Veracruz, así que, como se dice, “me botaron” en un krispy kreme cerca de la zona Angelópolis. Día lluvioso, donde la ciudad parecía resguardarse dentro de todos los muros posibles, sin embargo el movimiento en una ciudad tan grande es imprescindible por lo que nunca te encuentras solo. 



Óscar, mi amigo jarocho, me recogió después de haberme comido un par de donas. En el coche recorrimos un tramo de la ciudad y en el momento que pasamos el ITESM pensé en que es un bonito lugar para estudiar y llevar a cabo una vida universitaria y así comenzó la plática acerca de esto.

Como jóvenes, nuestra prioridad es divertirnos, y más en un viernes después de una larga semana de trabajo, por lo que fuimos directamente a Cholula, un pueblo muy cerca de Puebla donde se desarrolla la mayoría de la vida nocturna en la zona. Entrando a “la chilanguita” analizo el ambiente y me siento cómodo, gente de la edad conviviendo tranquilamente, así pasan las horas. Alrededor de las 3 de la mañana se empieza a sentir cómo el alcohol hace efecto sobre el lugar, y las riñas y confrontaciones empiezan a aparecer como acto de magia, en este momento decido ir a dormir.



Día 2. Despierto en el departamento de Oscar, un hermoso piso en un edificio de su abuelo, donde la elegancia y el diseño no faltan ni sobran en ninguna esquina y donde los elevadores son la puerta del departamento, detalle que me hace pensar en un edificio de primera clase. Rodeado de amigos y un lugar agradable me siento en unas vacaciones que quisiera nunca acabaran, pero por bonito que suene la realidad es que hoy debo regresar.

A primera hora decido cocinar el desayuno para agradecer a Oscar por su hospitalidad, así que puse en práctica mis habilidades culinarias haciendo unos difíciles y complicados huevos revueltos. Al despertar Oscar, tomamos el desayuno, el cual sorprendentemente está sabroso.



Sábado, después de una larga noche de fiesta, solo queremos descansar, así que empiezan las “retas de FIFA” en la consola de videojuegos, ideal para pasar el rato en una mañana sin trabajo, así llega la hora de comer y decidimos ir a un restaurante cerca del departamento, nos subimos al automóvil y nos ponemos en marcha. “La luna sul mare”, restaurante italiano, pizza exquisita, decoración rustica y ambiente animado, donde se aprecia que la gente que me rodea es de clase alta, sinónimo de un buen lugar culinario. Mi atención se centra en la ventana donde se puede apreciar la cocina y toda la preparación de la comida, lo que me hace pensar en el bonito trabajo que es ser chef.



Al terminar la comida es hora de partir y regresar a mi ciudad, donde el ritmo de vida y la diversidad de gente y negocios no se comparan a la de esta metrópoli mexicana.

Crónica de viaje

Por Marco Pizzo

02/03/2013

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